Deberíamos haber abierto los ojos cinco años antes. El presidente me miró a los ojos y me dijo: “Tienes que saber que el mundo del fútbol profesional es absolutamente amoral”. Llamó la atención que el castigo judicial proviniera del país de la tierra donde quizá la menor proporción de la población ha sucumbido a la fe embobadora del fútbol. Podría de ahora en adelante anunciarse como un jugador que había vestido los colores de uno de los equipos más prestigiosos del mundo en la máxima competición europea.